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Francisco Muñoz Llorens

PREMIO A LA TRAYECTORIA PROFESIONAL 1999-2000

Vida plástica y formación autárquica
Francisco Muñoz Llorens, distinguido como Mestre Valencià d’Arquitectura en el año 2001, nace en Alicante en 1920, en su barrio antiguo. De su padre, pintor, que dirigió su propia academia artística y creó un taller de escenografías tras la guerra civil, heredó la pasión por lo plástico: formas, materiales, texturas y colores. Su afirmación «ligar pintura con arquitectura es algo que me ha obsesionado siempre» resume la actitud profesional de un hombre que, según quienes le conocieron, rebosaba humanidad. Fue un arquitecto de oficio, con las manos frente al tablero de dibujo y a pie de obra.

Terminó la carrera en plena posguerra autárquica, en 1947. Por entonces la Escuela de Arquitectura de Madrid estaba dirigida por Modesto López Otero, que impregnaba la docencia de nostalgias imperialistas y evitaba la tentación de apertura a las tendencias europeas que contravenían las consignas del franquismo. Pertenece a la generación que Carlos Flores denomina «promociones huérfanas». La formación recibida, pues, contenía fuertes dosis de historicismo y tradicionalismo que marcarían su trayectoria con un cierto halo clasicista en sus composiciones, bien en superficie (equilibrios de simetría), bien en volumen (la tríada zócalo, cuerpo y pérgola). Estos cimientos no serían óbice para su personal interpretación de las corrientes modernas desde el inicio del ejercicio libre en una provincia ávida de cambios, siempre permeable a lo novedoso. De hecho, no solo trabajaría en la capital: el litoral hasta La Nucía tiene trazadas o plantadas algunas de sus obras ya que sería el arquitecto municipal de Benidorm y Villajoyosa, cuya alegría «de color, de vivacidad y gracia» se asemejaba a la de su Alicante natal.

La metrópoli y lo mediterráneo
Al inicio de los años cincuenta recibe el encargo del Ayuntamiento de Benidorm —dirigido por su alcalde Pedro Zaragoza, pionero del turismo de masas— de elaborar el plan urbanístico para su futuro desarrollo, supervisado por Pedro Bigador. Un mes antes de que se sancione la Ley del Suelo de 1956, se aprueba este planeamiento que por vez primera aplica en la provincia la zonificación por usos y que, en 1958, incorpora los bloques lineales exentos de hasta cinco plantas en los dos ensanches de Levante y de Poniente paralelos a dichas playas. De forma simultánea, junto al compañero Miguel López, firma el plan general de Alicante. El documento benidormí, pionero, se modifica en 1963 para permitir la erección del rascacielos residencial y conformar la metrópoli: la ciudad jardín vertical, una urbe para la que proyecta muy diversos hoteles de volúmenes simples blancos y a color, ambas variantes con vistas al mar.

Quizá por esa meta de vincular pintura y arquitectura o quizá por su formación más académica volcada en lo vernáculo y anónimo, el encuentro con el Movimiento Moderno no se realiza con sometimiento a sus principios y sus iconos de entreguerras (precisos, blancos y abstractos), sino con una posición algo díscola. Desde sus primeros proyectos —en el centro, en la periferia o en la costa—el cromatismo de los cerramientos (en tonos suaves o vivos, cálidos o fríos), de clara ascendencia en todo el Mediterráneo, la ordenación de las fachadas en retículas y la generación de dameros mediante la alternancia de los volúmenes de los miradores y las terrazas —más allá del balcón, con medidas holgadas que las hacen espacios vivideros— son recursos que lo distancian de ciertas ortodoxias mediáticas y lo vinculan a sus orígenes. Sirvan de ejemplo, en Alicante, los tempranos edificios en la avenida de la Estación (1949), la esquina en Tucumán (1954), el Adoc 21 (1960) y las torres gemelas (1965), destinados todos a la clase media. La mediterraneidad en Muñoz no es repetir lo tópico, sino recuperar lo auténtico y adaptarlo.

La plaza y la torre
Poder y arquitectura siempre han tejido complejas urdimbres. Francisco Muñoz fue concejal del Ayuntamiento de Alicante durante casi cinco lustros (1953-1961 y 1967-1973) y mantuvo una relación de amistad con el alcalde Agatángelo Soler —a quien proyectó su chalet en la Albufereta—, que promovió la imagen cosmopolita y tropical de la ciudad para ubicarla en el mapamundi. Como teniente de alcalde, fue el responsable de la reinvención tricolor de la explanada de España (1957), una plaza oblonga frente al mar cuyo proyecto firmaron los técnicos municipales.

Paralelamente, la apertura norte de la Rambla fue la excusa para levantar la Torre Provincial (1956), de quince plantas, que bifurca las calles e incluye un centro cultural. La altura de este rascacielos, que incorpora por vez primera el muro cortina, encontraba su justificación en las expropiaciones que esponjaban el centro histórico: la municipalidad, la prensa y la ciudadanía vieron en estos prismas verticales un signo de progreso del milagro urbanístico. No extraña en este contexto la solicitud de licencia para el «singular» hotel Riscal (1962), un rotundo bloque laminar de treinta y dos niveles y retícula metálica, con una expresiva superposición de estratos de ladrillo plegados en zigzag que iba a definir el nuevo skyline de la ciudad y a competir con el hotel Gran Sol, el Benacantil y la fortaleza de Santa Bárbara. Las autoridades franquistas no sufrían de vértigo de altura y Muñoz Llorens siempre mantuvo posiciones técnicas tolerantes con el régimen y comprensivas con los promotores. Sus palabras en esos años parecen confirmarlo:

«Corroborar mis deseos de que el progreso de Alicante continúe al menos como al presente».

Inmuebles residenciales para barrios sociales En 1952 entra en la Delegación Provincial de la Vivienda, donde permanece hasta 1973. Aquí conoce las promociones de protección oficial, sean de iniciativa pública o privada. El propio Muñoz es autor de decenas de proyectos de edificios que tratan de paliar el déficit de hábitats para las clases más bajas constituidas por los inmigrantes que llegan desde otras regiones. Este frente es un inmenso laboratorio para testear muchos axiomas de los CIAM, que el técnico apura al máximo mediante mínimos de superficies y presupuesto.

En estos nuevos conjuntos residenciales —o barrios enteros— se apuesta por los bloques de dos crujías y hasta seis plantas, sin ascensor ni patios de luces. A veces conforman manzanas (adaptación proletaria de los tipos de la Casa de las Flores) y generan módulos combinables (en H) o autónomos (en Y). Las viviendas (con la mejor orientación posible) acusan distribuciones ajustadas en metros; las envolventes de estos inmuebles evolucionan desde los acabados a color hacia la variedad cerámica del ladrillo. Ilustran esta ingente cantidad de inmuebles obreros que proyecta o dirige, solo o en coautoría, las Mil Viviendas (a partir de 1956), San Antón (a partir de 1959), las cooperativas San Gabriel (a partir de 1960) y Sindical del Hogar (a partir de 1965), así como las colonias Requena (a partir de 1964) y Santa Isabel (a partir de 1964), repartidas por Alicante, Elche y San Vicente del Raspeig. Siempre manifestó su interés por estas unidades residenciales «para permitir un clima humanizado de convivencia».

Rincones de silencio y humilde espiritualidad En muchos de estos barrios, con equipamientos públicos básicos (plazas, jardines, colegios), no solía faltar la parroquia como centro comunitario de identidad y control social. Es este un tipo de arquitectura, la religiosa, en la que Francisco Muñoz alcanza cierto lirismo. Cuatro iglesias, siempre de una sola nave y con cubiertas dinámicas, ilustran esta tipología. Nuestra Señora del Carmen (1956) —cuyo techo se eleva hacia el altar (un mural de terracota de Adrián Carrillo), con una combinación de estucos blancos y pórticos con arcos de ladrillo, y el campanario casi plano— se vincula con la incipiente modernidad de los templos de los poblados de colonización. San Blas (1959) y Santa Isabel de Hungría (1971) presentan plantas espigadas en el muro perimetral y techos inclinados al interior. La postrera, Resurrección del Señor (1979), se impone por su planta triangular, el cielo ascendente y una única textura: la continuidad cerámica, dentro y fuera, la dota de una dignidad poco habitual que denota un cambio en la arquitectura coetánea en el que destaca el componente simbólico. Todos estos diáfanos espacios sacros rezuman austeridad y humildad por la elección y puesta en obra del material, capaz de generar una atmósfera de espiritualidad que invita al silencio. No obstante, Muñoz fomentó los lugares para la interacción vecinal y trabajó para incluir las dotaciones necesarias (docentes, deportivas y de diversión, como los cines), entre las que destacan el colegio Calasancio (1962) y el Colegio Mayor Universitario (1983).

Sedes corporativas y, al fin, la pintura
Asentado como un profesional de prestigio, desde los años setenta y ochenta su actividad no cesa, más centrada ahora en encargos de imagen corporativa, sean hoteles, bancos o clubes deportivos. Respecto a los alojamientos turísticos, Muñoz ya ha erigido diversos hoteles-tranvía en el Benidorm del boom, pero ahora proyecta otros para Alicante de mayor programa y confort y esmerados detalles, como los hoteles Castilla, Cristal y Maya (1972), cuyos diseños geométricos anuncian posiciones figurativas. En las sedes financieras incorpora las amplias superficies acristaladas que reflejan el lenguaje tecnológico de las grandes compañías; a la citada Torre Provincial deben sumarse el antiguo Banco de Alicante (1966) y la sede de la CAPA (Banco Sabadell, 1983), cuya fachada recuerda la de Oscar Niemeyer para la Olivetti y su interior, vacío en toda su altura en origen, evoca los altos espacios centrales bancarios y los posmodernos halls hoteleros. Sin embargo, si hay una obra de la que Paco Muñoz se siente orgulloso, es el estadio de fútbol para el Hércules C.F., inaugurado en 1973 y ampliado para el Mundial de 1982. De este, Muñoz destaca su estructura de hormigón armado de grandes voladizos, que se alza al lado de la Ciudad Deportiva Francisco Franco, también obra suya, hoy desaparecida.

Hombre apegado a su ciudad y su luz, que siempre dibujó y pintó, dedicó sus últimas décadas, en las que fue perdiendo la vista, a concentrar su creatividad en cuadros sobre la arquitectura de Alicante que expuso en diversas salas. Si hemos de sintetizar su aportación a la cultura local, más que admirar su manejo racional de las estructuras metálicas (Riscal) o de hormigón (Hércules), o el empleo de materiales modernos como el muro cortina (Torre Provincial), nobles como el mármol (Explanada) u obreros como el ladrillo (Resurrección), hay que citar su desprejuiciado eclecticismo frente a cualquier ortodoxia. A ello contribuye su recurso continuo al color y a la materia vista que, en lugar de hacer de su arquitectura un objeto abstracto y visual, la vuelve concreta y háptica a través de los acabados. En estos gestos plásticos, se intuye el arraigo a su tierra: esa dualidad que habita en él y que, según sus palabras, le hacía estar a caballo «entre la modernidad y la tradición».

OBRAS DESTACADAS

1949
Edificio de viviendas en avenida Estación núm. 10, Alicante

1951
Ciudad deportiva Francisco Franco, Alicante (Demolida)
Plan General de Ordenación Urbana de Benidorm (con otros profesionales)

1954
Edificio de viviendas en avenida Estación esquina calle Tucumán, Alicante

1956
Plan General de Ordenación Urbana de Alicante (con el arquitecto municipal Miguel López)
Barrio Mil Viviendas (derribado) y Parroquia Ntra. Sra. del Carmen, Alicante 

1957
Explanada de España, Alicante (como teniente de alcalde, autores: M. López y A. Fajardo)
Torre Provincial en la Rambla, Alicante (con los arquitectos Juan Vidal Ramos, Julio Ruiz Olmos y el escultor Eduardo Pérez Comendador)

1959
Parroquia San Blas en barrio homónimo, Alicante

1960
Bloque de Apartamentos Adoc 21 en La Albufereta (Alicante)

1962
Colegio Calasancio en avenida de Denia, Alicante
Hotel Riscal (hoy Estudiotel Alicante) junto a plaza Luceros, Alicante

1964
Colonia Santa Isabel y Parroquia Santa Isabel de Hungría (1971), San Vicente del Raspeig (Alicante)

1965
Torres gemelas en Playa de San Juan, Alicante (demolida una de ellas)

1970
Estadio de fútbol Rico Pérez (Hércules C.F.), Alicante

1971
Torres Polígono de Babel y Parroquia Resurrección del Señor (1979), Alicante

1972
Hotel Maya en el Pla del Bon Repós, Alicante

1977
Torre de apartamentos en Playa de Levante, Benidorm (Alicante)

1983
Colegio Mayor Universitario, San Vicente del Raspeig
Sede de la C.A.P.A. (hoy Banco Sabadell), Alicante (con Pascual Genovés

(Texto de Andrés Martínez Medina y Listado de Obras destacadas extraídos de la publicación MESTRES. ARQUITECTURA MODERNA EN LA COMUNIDAD VALENCIANA, de José Fernández-Llebrez Muñoz. Fundación Arquia [colección arquia/temas n 44], 2021 [ISBN 978-84-124459-0-9])

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