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Biblioteca de Llibrets de Falla

MENCIÓN


RICARDO RUIZ SÁNCHEZ
Localización 1: Hall del IVAM (Institut Valencià d'Art Modern)
Localización 2: Parcela F41 Frankfurter Buchmesse
Promotores: IVAM (producción) y Valencia World Design Capital 2022 (transporte a Frankfurt)
Constructor: Raúl Garbayo

La Antigua Biblioteca de Alejandría fue, en su época, la más grande del mundo. Se estima que fue fundada a comienzos del siglo III a. de C. Nació bajo la ambiciosa idea de fundar una ciudad que contuviera el saber universal, acogiendo toda cultura y creencia. De este modo, pretendía recoger todas las obras del ingenio humano, que tenían que ser incluidas en una suerte de antología inmortal para la posteridad.

Su trágico final, fruto de las llamas y de numerosos desastres, hizo que solo se conserven algunos pergaminos acogidos en los refugios de la gente corriente, que tuvo a su recaudo protegerlos de la persecución de las autoridades y de los conquistadores.

Al centralizar la cultura en un lugar, queda lo que en él acontece, el conocimiento adquirido. El tiempo frente al libro. Pero ni la biblioteca es necesariamente un almacén delimitado de libros, ni el fuego es inevitablemente un fenómeno destructor. La biblioteca puede ser toda una ciudad, igual que el fuego puede ser una excusa para construir.

En València, el fuego nos reúne en torno a la construcción efímera de las cosas nuevas; de lo insólito y de lo sorprendente. Construimos las fallas, un museo efímero que nos obliga y nos exige salir a la calle, haciendo de lo imposible, lo cotidiano. Descentralizamos el saber, lo extendemos por cada barrio, por cada esquina. Y editamos publicaciones en torno a nuestras esculturas, que después del paso de las llamas nos hablan de nuestra propia historia, la que queda registrada en los llibrets de falla: nuestra biblioteca a escala de ciudad.

Pues bien, también como en aquella vieja leyenda de Alejandría, la gente corriente guardamos en las estanterías de nuestras casas nuestros manuscritos resguardados del fuego que nos hizo construirlos. Cada ejemplar, de cada falla, en cada hogar: sobre una estantería o en un cajón, nuevo o roto, leído o por leer… Como una gran biblioteca que se extiende por todas las comarcas.

El objetivo principal de este proyecto es dar a conocer este rico patrimonio que yace escondido respecto de otras creaciones falleras, pero de innegable valor cultural y lingüístico. Por eso, se han recogido de todas esas casas y cajones repartidos por la ciudad, así como de diferentes casales, llibrets guardados por distintas personas, y se han mostrado en una biblioteca temporal y móvil, tratando cada llibret de falla como una joya, con su espacio propio de estudio. Cada uno de estos espacios es un rincón íntimo, para descubrir esa mezcla de reflexiones y también de recuerdos del imaginario colectivo en diferentes épocas históricas. Al fin, se ha entendido el llibret de falla como un género literario genuinamente local: un espacio de expresión libre que da cabida a poetas, escritoras, ilustradoras, fotógrafos... y que, sobre todo, nace directamente de asociaciones de barrio y, por lo tanto, está realmente arraigado en nuestro territorio, como el resultado de valencianos y valencianas trabajando juntos.

El proyecto arquitectónico pretende resolver funcionalmente este programa de biblioteca efímera y archivo de consulta temporal. En él se albergaron y se albergarán esos llibrets de falla que poseen algún valor sobresaliente a lo largo de la historia de la celebración. Su arquitectura, como una línea continua sinuosa que dilata o contrae el espacio público de circulación en el que se inserta, es muy clara en su conjunto. Así pues, en tanto que recorrido cronológico, permite entender rápidamente la evolución gráfica de las publicaciones, así como el contexto político en el que se realizaron. Y lo hace en perpendicular al sentido de circulación del usuario, de forma que, en perspectiva y gracias al diseño a tresbolillo de los archiveros, en lo general permite entender la evolución de un periodo histórico concreto de un solo golpe de vista. Esta línea continua de tiempo se acentúa con el despiece horizontal de las celdillas de los paneles de policarbonato celular que cosen el conjunto, con la línea de cierre de la tapeta o con el uso de curvas y superficies continuas. Sin embargo, al mismo tiempo y en lo particular, la arquitectura también permite una lectura sosegada de cualquier ejemplar, con un espacio individual de estudio, acotado visualmente por las cartelas informativas y los propios libros, elementos que se sitúan a la cota a la que el usuario se sienta. No obstante, de pie, el espectador percibe el espacio con mayor transparencia. Así pues, se ha trabajado esta doble escala, general y particular, según la altura de los ojos del usuario.

Por otro lado, la construcción modular y ligera de esta arquitectura de madera permite su adaptación a distintos espacios, pudiendo ampliarse o reducirse en extensión, actualizándose e incorporando los nuevos libros que se editan.

De esta manera, se logra su aprovechamiento material en el tiempo, un requisito imprescindible, dado el contexto de crisis eco social en que nos encontramos. Prueba de ello es que la biblioteca ha adquirido ya distintas formas, recogiendo un archivo diferente de publicaciones. En primer lugar, en el hall del IVAM Institut Valencià d’Art Modern, generando un espacio interior resguardado de la circulación y dialogando con las geometrías del hall, también diagonales y circulares.

Y, en segundo lugar, en la parcela F41 de la Feria del libro de Frankfurt. Allí, frente al resto de pabellones que agotaban en superficie y altura sus volúmenes máximos, nuestra biblioteca ampliaba los espacios públicos de circulación, otorgando distancia y espacio hasta aproximarse a ella.

Finalmente, uno de sus valores arquitectónicos más notables yace en la solución de los detalles. Por ejemplo, en la solución constructiva de los archiveros: el carril de los metacrilatos, la tornillería que presiona los ejemplares, los topes de madera... O en ese conjunto de cartelas informativas que se ordena y coincide con las líneas horizontales de los paneles de policarbonato.

A la postre, una arquitectura de la pequeña escala, con un diseño preciso, flexible y adaptable, que nace con el objetivo de dar valor a un hecho local de naturaleza cultural y ciudadana.

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