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Paisajes de juego

MENCIÓN


ÁLVARO HIDALGO NÚÑEZ, FRANCISCO HIDALGO NÚÑEZ Y MARÍA TERESA SANCHÍS DAROCAS
Localización: Av. Ruiz y Comes confluencia con el Camino del Tremolar, Castellar L'Oliveral, Valencia
Promortor: Ayuntamiento de València
Constructora: Vivers Centre Verd

El análisis previo marca una dirección de actuación: la de convertir el nuevo parque en un espacio que conecta dos lugares, en oposición a ser un espacio estático con un único acceso como hasta ahora, y desarrollar los vínculos internos, desdibujando los límites inconexos.

Como esa capa de reinterpretación que el mismo juego crea, el proyecto redibuja un trazado, y crea un recorrido que se expande y contrae, y que integra a su paso todos los espacios deseados. De hecho, el proyecto mantiene y reutiliza mediante su restauración todos aquellos elementos y superficies cuyo uso sigue siendo esencial para la  ciudadanía, como el área verde y su arbolado, las mesas de picnic, el castillo multi juegos… incluso las maderas de techumbre de la antigua pérgola se emplean para uso de bancos y protección de alcorques en la zona canina”.
Así, la propuesta es en sí la conceptualización de un eje, de ese vector de unión entre dos puntos, que en su materialización crea diferentes espacios de socialización,  comúnmente separados en bloques (infantil, adultos, mascotas), pero que en este proyecto de disuelven y engarzan con naturalidad. 

La “zonificación” viene más bien marcada por sensaciones y percepciones que se tienen en cada espacio, o por elementos que se sitúan en ellos. Es como si tomáramos la esencia de un juego de estimulación infantil y la trasladáramos al espacio físico, donde las rocas simbolizan una cosa, los troncos de madera otra, la tierra, la hierba… también para los adultos.

El eje se convierte en un elemento vertebrador, en el que los usos que se asocian con el mismo y se sitúan siguiendo una evolución gradual de edad de los usuarios, aumentando paulatinamente el nivel de dificultad de los mismos. Con esta intención, se adapta la materialidad en los distintos tramos del parque para que los usuarios se desarrollen mediante el contacto con ingredientes y atmosferas completamente distintas.

Paseando por el nuevo paisaje del parque, uno puede llegar a intuir diferentes personalidades, sin que ninguna de ellas esté encorchetada: el área de picnic junto a la entrada sur, que se llena de adultos y abuelos disfrutando del recreo de los más pequeños; una zona central de geometría ovalada con una composición de desniveles, que se convierte a su vez en gradería de descanso y en escenario de saltos, escaladas y batallitas; yendo hacia el norte, atravesando una zona verde junto al área de juegos en castillo, nos encontramos con una serie de espacios que construyen provocaciones al juego con superficies y texturas distintas…; en el lateral, por un desfase de las orgánicas líneas del trazo del proyecto, se sitúa el área para mascotas, entendida también como un rincón de estar.

El proyecto resuelve las barreras arquitectónicas con juegos de taludes, la zonificación con estimulación material, el presupuesto con ingenio, la ocupación del espacio con la libertad de jugar, y el posible conflicto con heterogeneidad y puesta en común. Este pequeño y sencillo parque, esta actuación, se convierte en la representación de lo que Castellar Oliveral reivindica: un diálogo entre polos, un reconocimiento de las preexistencias, propuestas de futuro amables; y mucha huerta por muchos años más. A jugar.
 

Texto de Ana Asensio. Artículo “Parque Castellar Oliveral. Paisajes de juego” Veredes

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