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Centro de Aymaras y visitantes en el Salar del Huasco de Chile


RAQUEL SOLA RUBIO
Situación: El Salar del Huasco, Chile
Universidad: Escuela Técnica Superior de Arquitectura (ETSAV-UPV)

LUGAR Y TIEMPO

El proyecto se sitúa en el norte de Chile, provincia de Iquique, Región primera. En el desierto de Atacama, a unos 3800 msnm.

El Salar del Huasco está ubicado a una distancia aproximada de 180 km de la ciudad de Iquique. Actualmente dos poblados Aymara habitan el Salar del Huasco: “Huasco Grande” y “Huasco Lípez”.

Se trata de una laguna salada, que se nutre del río Collacahua y de diferentes manantiales situados en su perímetro. Alrededor de éstos se generan bofedales (humedales altiplánicos) que sirven de sustento para las especies de llamas y alpacas que habitan el lugar.

Implantación

Existe una necesidad humana de “permanecer” común a todas las culturas y a todas las épocas.

La estrategia de implantación surge de diseñar la huella que el edificio dejará en el paisaje, por lo que NO SE PIENSA EL EDIFICIO DESDE SU PROCESO DE CONSTRUCCIÓN SINO DESDE SU PROCESO DE DESINTEGRACIÓN, TENIENDO EN CUENTA LA RUINA, LO QUE QUEDARÁ DE ÉL.

Mito de Yakana

Este gesto o huella se fundamenta en un mito de la cosmovisión andina, el Mito de Yakana.

Una medianoche al año, el 28 de octubre, cuando los ojos de Yakana, Alpha y Beta Centauro, tienen su posición más baja en el horizonte, en el mito se interpreta que la llama baja la cabeza para beber agua del mar y así permitir la recirculación de las aguas, la lluvia.

Para poder observar esta constelación, el edificio se implanta como una línea recta, orientada 20 hacia el Sur, esto se traduce en dos muros de piedra que se extienden desde el borde de la carretera hasta desaparecer embebidos en el cerro.

Esta direccionalidad tan estricta, hace que el edificio se convierta en un observatorio, culto a la llama Yakana y a la necesidad de lluvia.

Se ha buscado intencionadamente un lenguaje de geometrías simples, la línea, uno de los gestos más fundamentales.

Sin embargo, todo está en constante cambio, las sociedades Aymaras son seminómadas debido al pastoreo y cualquier construcción trasciende a su programa arquitectónico inicial.

Interesa, por tanto, distinguir bien los “tiempos” de los elementos constructivos: UNO MÁS HUMANO, TANGIBLE, CADUCO Y OTRO MÁS ELEVADO, ESTABLE Y PERENNE.

Pasamos de la escala ETERNA de los muros de mampostería de piedra, a la escala EFÍMERA de los módulos de madera, que contienen el programa del edificio. Mientras que la piedra permanece imborrable, la madera, con un sistema de montaje en seco, se degrada y se sustituye o se degrada y desaparece.

El muro quedará como una huella arqueológica de su uso y permanecerá, dando testimonio de la vida que albergó.

Texto de la autora

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