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Alqueries. Paisatge i arquitectura en l’horta

PREMIO


MIGUEL DEL REY AYNAT

APROXIMACIÓN A LO RURAL EN ARQUITECTURA

Sobre el libro “Paisatge i arquitectura en l´horta”

La reflexión sobre lo rural en arquitectura es una condición previa a la lectura del libro “Paisatge i arquitectura en l´horta”, ya que marca la línea desde la cual se lee la arquitectura y también su relación con el paisaje. Una lectura que ha sido el fruto de una labor conjunta de un grupo de investigadores, cada uno de los cuales autor de los distintos capítulos del libro, sin cuya colaboración no hubiera sido posible esta obra; la cual es deudora de la ayuda y el aliento del Consell Valencià de Cultura y de las personas que allí han colaborado en la edición.

Rural y Arquitectura

Aproximarnos a lo rural en arquitectura implica cierta reflexión en una civilización como la nuestra donde los valores de lo urbano son dominantes. Por ello, al acercarnos a la arquitectura rural en l´horta pueden ser de interés ciertas apreciaciones entre términos como rural, popular, tradicional, folclórico o vernacular; conceptos que tienen cierta vinculación con la arquitectura rural que aquí estudiamos, pero que no la agotan. Lo rural en arquitectura participa de todo ello, pero también su concepto está relacionado con el pensamiento arquitectónico desde sus orígenes; no tenemos más que recordar a Vitruvio cuando habla sobre el origen del mito de la arquitectura y lo sitúa en ese ambiente rural en el cual los hombres por su natural curiosidad...” observando los techos ajenos y añadiendo cosas nuevas a sus propios pensamientos, realizaban día a día tipos mejores de cabañas” (V.II/I 9.I.)

Lo rural participa de ciertas condiciones que lo identifican en todas las culturas; así es propio de lo rural lo directamente constructivo, lo obvio, y en este sentido se entiende próximo a lo que se ha venido en denominar como arquitecturas populares; pero si bien la arquitectura rural participa de lo popular, también existe una vinculación constante en el tiempo entre lo rural y determinadas líneas de pensamiento que entrelazan lo culto y lo rural en arquitectura, de la misma manera que entre rural y urbano. Todos estos aspectos deben ser entendidos como episodios distintos de una historia que es única, la historia de la arquitectura, la cual sería incomprensible sin la presencia de cualquiera de estas facetas.

En las relaciones entre pensamiento y arquitectura, y también entre pensamiento y naturaleza, podemos ver como los tratadistas nos acercan a lo rural y por extensión a la naturaleza transformada, a la naturaleza productiva entendida como una de las facetas importantes de lo público, con relaciones directas y potentes con la economía y con la estructura social. La propiedad del suelo, las parcelaciones, el cultivo de los productos necesarios para el consumo, la acumulación de riqueza, son cuestiones sobre las que versa el interés por la naturaleza antropizada que nos propone Virgilio en sus Geórgicas, y a partir de él, todos los tratadistas clásicos. Recomendaciones sobre la cultura de lo agrario, sobre la disposición de las construcciones y la parcelación y roturación de los campos, la podemos encontrar en libros como el de los “Secretos de la Agricultura, Casa de Campo y Pastoril” de Fray Miguel Agustín a mediados del S. XVII, un libro ampliamente difundido en las tierras de la antigua Corona de Aragón

La tradición rural y la arquitectura culta tienen en el S. XVI un punto de encuentro especialmente interesante en la figura de A. Palladio. Lo culto bebe en las fuentes de lo rural y a través de esa lectura se renueva el repertorio arquitectónico desde el cual se construye la arquitectura de la villa, de la casa y del palacio, incidiendo tanto en el campo como en la ciudad. A partir de entonces se generan nuevas estructuras espaciales y morfologías que han ido transformándose a lo largo del tiempo y sirviendo de apoyo a una rica cultura académica

Desde la particular relación entre cultura autóctona e Ilustración, que toma cuerpo en el S. XVIII y se mantiene a lo largo del tiempo en el mundo occidental, se dan una serie de interpretaciones locales en todos los países y surge una fructífera relación entre lo culto y lo popular que toma cuerpo tanto en la ciudad como en el campo, y por supuesto en la arquitectura rural valenciana de época moderna. De esta manera, encontramos en esta arquitectura vinculada al clasicismo, ciertos esquemas que han sido capaces de ser interpretados particularmente, que han tenido un feliz mestizaje con las culturas locales y han fructificado con interesantes ejemplos reconocibles tanto desde lo local, como desde determinadas perspectivas internacionalistas.

Lo rural como cultura y como civilización

Lo rural y en particular la casa rural, se ha considerado a lo largo del tiempo como símbolo de raigambre, como la materialización de una relación directa con la tierra, como emblema de una cultura. Pero en cada momento de la historia podemos encontrar unas particulares relaciones entre el pensamiento propio de la época y lo rural, tanto en lo concerniente a su valor en el conjunto de los factores sociales y económicos, como en lo que se refiere a aspectos ligados a expresiones plásticas, arquitectónicas, literarias, etc. En mente de todos está la importancia que lo rural adquiere en momentos clave de la historia como fueron los siglos primeros de nuestra era, donde la idea de romanización estuvo ligada en parte a la transformación agraria de los territorios colonizados, de donde parten un buen número de estructuras espaciales y formales; de la misma manera que la consolidación del reino cristiano en Valencia está vinculada a la idea del “Repartiment” y la construcción de una nuevo paisaje social y económico. Ya en época moderna la Ilustración, las ideas fisiocráticas, parten de una valoración muy fuerte de lo rural, conduciéndolo al centro de la estructura económica e incluso social de la sociedad.

Las relaciones de lo rural con otros aspectos de la cultura, incluso con factores que inciden sobre lo creativo en una sociedad, es un aspecto que ofrece lecturas diversas; lecturas que trascienden ese sentimiento de nostalgia de aquella vinculación perdida con la naturaleza que encontramos a partir del romanticismo y se acrecienta en la civilización contemporánea; nostalgia entendida como melancolía, como sentimiento enfermizo, que se supera con lecturas como las de H. Hesse, transformándolo en un factor fecundo en literatura, una imagen, en este caso la de su pueblo, su pequeño núcleo rural, que pervive a través del viaje del hombre por la metrópolis moderna, y que surge precisamente por ese habitar en desarraigo.

“No es necesario que la describa, ya lo he hecho en casi todos los libros que he escrito; por lo demás no hubiera tenido nunca necesidad de escribirlos si me hubiera quedado en la bella Kalw, pero Kalw no me ha sido destinada” (Heimat- 1918)

Distintas lecturas de lo rural desde la arquitectura

Las lecturas de lo rural en arquitectura pueden ser varias, pero como norma general me gustaría insistir que el interés por los modelos arquitectónicos no está tanto en ellos mismos, considerados como modelos a seguir, sino en el valor como depositarios de la historia. En este sentido hay que distanciarse de su repetición, estando en cambio atentos a su conocimiento y valoración para proceder, si fuera oportuno, a su restauración o consolidación.

Estudiar lo rural y obtener de su análisis determinados conocimientos, son cuestiones básicas de la cultura en cualquier sociedad, lo cual aumenta el acervo cultural de un pueblo y acrecienta los datos y conocimientos sobre arqueología e historia, pero en arquitectura esas lecturas son fecundas sobre todo si evitamos repetir los modelos y nos centrarnos en otros aspectos, bien conceptuales o incluso formales. En nuestra disciplina la vinculación con lo rural toma interés cuando la despojamos de lenguajes al uso, evitamos los modelos, nos centramos en aspectos de necesidad y abandonamos incluso de ciertos significados. La vocación de lo rural, su austeridad en la elección de materiales y en la construcción de formas y espacios, así como la materia, las texturas y los cromatismos que allí encontramos se han de ver con una actitud abierta a nuevas experiencias.

En los aspectos conceptuales interesan aquellas condiciones de lo rural que lo han distinguido a lo largo del tiempo en arquitectura y a las que hemos hecho referencia: lo obvio, lo estrictamente constructivo, la economía de medios. Condiciones alejadas de la idea de estilo, por ejemplo, pero que, en cambio, participan de cualquier otra consideración propia a la arquitectura, por ello, podemos convenir que en la historia se ha considerado a lo rural una fuente limpia de donde beber en arquitectura, o cantera donde volver la mirada en los momentos de crisis.

El mundo rural como cantera en los momentos de crisis arquitectónica

A lo largo de la historia hemos visto como en los momentos de crisis se han vuelto los ojos hacia lo rural para desde allí reconducir una cierta disciplina. A parte de los orígenes clásicos de la arquitectura, podemos distinguir ciertos momentos especialmente intensos en esa búsqueda en lo rural como cantera desde donde extraer material, tanto en aspectos conceptuales como incluso formales.

Podemos distinguir la tratadística que se genera a partir de las reflexiones de A. Palladio sobre la villa, construida a partir de un conocimiento profundo de la arquitectura rural véneta. Dos siglos más tarde, ya en los albores de la modernidad, los arquitectos de la Revolución Francesa vuelven la vista a lo rural, en este caso no tanto a sus construcciones como a su voluntad de relación con la naturaleza para desde ella buscar una regeneración moral de la sociedad. Desde un campo idealizado conciben una nueva arquitectura de geometrías puras, de formas limpias, a partir de las cuales reemprender la historia. Desde entonces, lo constructivo, lo obvio, la cabaña, lo rural, en suma, se convierten en el origen de la arquitectura para Milicia y el Neoclasicismo

La Ilustración y las ideas fisiocráticas que en parte la sustentaron, el interés por todo aquello que venía de la tierra, hace que lo rural tome un nuevo impulso entre 1750 y las primeras décadas del S. XIX. Las Academias, entre ellas la de San Carlos, trabajan y difunden modelos arquitectónicos entre los Arquitectos y Maestros de Obra que allí se forman, creando un cuerpo disciplinar de gran importancia en la consolidación de la cultura arquitectónica rural, como puede verse en los ejemplos incluidos en el “Catalogo de Diseños de Arquitectura de la Real Academia de BB AA de San Carlos de Valencia” que publicaron en 1981 J. Berchez y V. Corell

Es precisamente en plena modernidad cuando encontramos un interés particular por lo rural en muchos e interesantes autores, parejo a su vez con un alejamiento militante en otros, en particular en las vanguardias. Podemos valorar el interés por lo rural que encontramos en los experimentalistas escandinavos: G. Asplund, A. Aalto, J. Utzon, nos ofrecen en determinados proyectos lecturas de particular lirismo tras los cuales hay una gran preocupación por el paisaje rural, por su arquitectura y en suma por la cultura que se da en torno a lo rural; en parte basada en sus conocimientos de campo sobre estas manifestaciones culturales, pero también de manera indirecta, con las interpretaciones personales que hacen desde la literatura o desde la pintura, no olvidemos el interés en las lecturas de que muestran Asplund y Lewerentz por los cuadros de paisaje de G. D. Friedrich. Ese mismo interés por lo rural lo podemos encontrar en otro de los pilares básicos de la modernidad como es propio Le Corbusier; la arquitectura de bóvedas, los muros de mampostería, las vinculaciones al paisaje son temas que encontramos en sus casas unifamiliares, particularmente cuando estas son para sus seres queridos o para sí mismos. Episodios de interés en la relación entre lo rural y la modernidad los podemos ver en los mejores arquitectos españoles: J. Torres, J.L.Sert, J. A. Coderch y por supuesto en A de la Sota, por citar algunos.

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