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Cruces

PREMIO


ALEJANDRO AMIANO VALERA

El trazado de las nuevas líneas del tranvía en la ciudad de Alicante podría ser una oportunidad única de recuperar lugares para el ciudadano. Calles, plazas o parques, que actualmente sobreviven bajo la dictadura de los coches, podrían volver a formar parte de la ciudad y no de una trama exclusivamente viaria. Pero no va a ser así. Un túnel de casi dos kilómetros a veintidós metros bajo tierra es la opción elegida.

Se elige la estación del Mercado Central, con una previsión de 5,5 millones de usuarios al año, y emblema de toda la red. A pesar de estas “infernales” condiciones de partida, el proyecto pretende que una infraestructura de estas dimensiones aporte a la ciudad algo más que unas simples escaleras de acceso situadas en las aceras. La estación debe propiciar la aparición de esos lugares y la generación de nuevos programas vinculados a ella, a sus usuarios y al entorno.

Esta nueva estación se sitúa en un área inacabada de la ciudad, donde los encuentros entre la ladera del monte Benacantil, el Castillo de Santa Bárbara y su muralla, el casco viejo, el barrio de San Antón y la avenida de Alfonso el Sabio, están aún sin resolver.

La estrategia de “colonización” del lugar sigue las mismas pautas que podemos observar en el resto de la ladera del Benacantil. El sistema de “bancales” va configurando una sucesión de explanadas horizontales y taludes en pendiente que permiten establecer las edificaciones y trazar los recorridos de una manera más óptima. Allí donde la pendiente es menor, una vista lo merece o se produce un cruce, las explanadas toman mayor tamaño. La propia edificación configura esta nueva topografía. Una cubierta gruesa protege el interior y permite el uso y el tránsito superior. Finalmente, las fachadas a modo de filtro tamizan la luz y permiten la ventilación.

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